En el mundo islámico, el baño (hammam), era el reflejo del esplendor de la sociedad que cumplía los preceptos religiosos obligatorios de purificación antes de las oraciones, y se convertía además de un lugar de higiene y relajación, en un lugar de encuentro, de conversación sobre la vida personal y familiar y otros aspectos sociales.
Existían dos tipos de baños: los baños usuales con gradación de temperatura por salas, de tradición greco-romana (al-hammam) y los baños mineromedicinales o termales (al-hamma) en los que a la función medicinal o salutífera está estrechamente relacionada con la religiosidad, como es el caso de Alhama.
En Alhama siguiendo la tradición de las termas romanas, reutilizaron los mismos espacios abovedados, citados por Al-Qazwini en el siglo XIII, dejando evidencias arqueológicas como la incorporación de nuevos lucernarios a ambos lados de las bóvedas para regular el ambiente salutífero con dos salas separadas, una para el baño masculino y otra para el femenino.
Junto a la bóveda del baño femenino y sobre las estructuras romanas, se recuperaron, a través de la arqueología, los primeros enterramientos del cementerio islámico (maqbara) de los siglos XII y XIII de Alhama de Murcia, conocida en las fuentes árabes como Hamma bi Laqwar. El nombre de Alhama significa baño natural de aguas calientes (Hamma) diferenciado del hamman o baño clásico y castellanizado pasará a la Alhama cristiana que subsistiría al amparo de su castillo en una tierra de frontera.
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